El bruxismo ha dejado de considerarse únicamente como un problema dental para comenzar a entenderse como una respuesta compleja del sistema nervioso autónomo. Hoy sabemos que su origen no está únicamente en los dientes, sino también en cómo el cuerpo responde al estrés, la ansiedad y otros factores neurológicos.
En este artículo abordamos si el bruxismo es una reacción adaptativa del cuerpo o una señal patológica, y cómo puede tratarse desde un enfoque integral.
El sistema nervioso autónomo regula funciones involuntarias como el ritmo cardíaco o la digestión, y se activa especialmente ante situaciones de alerta o estrés. En este contexto, el bruxismo podría entenderse como una respuesta de defensa o adaptación, en la que el cuerpo descarga tensión a través del movimiento mandibular involuntario.
Sin embargo, cuando esta acción se repite de forma constante, especialmente durante el sueño, se convierte en un patrón patológico, generando desgaste dental, dolor mandibular o cefaleas.
La línea entre una respuesta adaptativa puntual y un problema clínico se cruza cuando el bruxismo deja de ser ocasional y comienza a impactar negativamente en la calidad de vida del paciente. Es decir, cuando el acto de apretar o rechinar los dientes ya no responde solo a momentos puntuales de estrés, sino que se vuelve recurrente y persistente, generando un desgaste progresivo de las estructuras orales y musculares.
En este punto, es fundamental evaluar de forma integral al paciente, teniendo en cuenta no solo su salud bucal, sino también su estado emocional, hábitos del sueño, niveles de estrés y posibles alteraciones neurológicas. El bruxismo es un claro ejemplo de cómo la boca puede reflejar desequilibrios sistémicos.
Desde nuestra clínica, no solo tratamos los síntomas físicos del bruxismo como el desgaste de las piezas dentales, la sensibilidad, el dolor mandibular o las cefaleas, sino que también realizamos un análisis profundo de las posibles causas subyacentes. En muchos casos, estos episodios están relacionados con trastornos del sueño como la apnea, alteraciones del sistema nervioso autónomo o incluso cuadros de ansiedad generalizada.
¿Sufres de dolor mandibular, despiertas con tensión facial o rechinas los dientes al dormir? No lo dejes pasar. Pide cita en nuestra clínica y evaluaremos tu caso con un enfoque integral y personalizado.